Ixiar empezó a colaborar con Karabeleko hace 5 años, cuando se creó el proyecto. Es mañosa en la huerta, se le da bien el deporte y disfruta mucho realizando actividades junto a sus compañeros.
Ixiar llegó a Karabeleko hace 5 años. Ingresó en Agifes un septiembre y en el invierno de ese mismo año se animó a colaborar con la finca. Nunca antes había trabajado en la tierra pero, a pesar de la inexperiencia, enseguida aceptó el reto.
Aunque haya pasado mucho tiempo, Ixiar conserva un vago recuerdo de la huerta que sus padres tenían cuando ella aún era niña. A pesar de no acordarse mucho de aquella época, en cuanto comenzó a trabajar en Karabeleko, enseguida recordó la huerta de su aita y el trabajo que realizaba en el campo.
Lo que más feliz hace a Ixiar es el buen ambiente que se respira en la finca. “Hemos hecho piña y nos lo pasamos en grande juntos”.
Ahora están entrenando para participar en el torneo de futbito. Ixiar juega de portera y reconoce que no se le da nada mal. Añade que siempre se le han dado bien los deportes. Últimamente, le encanta ir a nadar a la piscina.
Antes de participar en la finca ecológica, ha trabajado en el sector de la hostelería como pinche de cocina, pero admite que es un trabajo duro y que prefiere con mucho desarrollar actividades relacionadas con la naturaleza. Además, ha realizado varios cursillos de jardinería y le encantaría dedicarse profesionalmente a alguna actividad ligada a este sector.
“Saber que soy capaz de realizar un trabajo de este tipo me hace sentir satisfecha y a gusto conmigo misma”, admite Ixiar, quien asegura que recomendaría esta experiencia a todo el mundo. Antes de llegar a Karabeleko, todo le daba pereza y le parecía un esfuerzo. A día de hoy, se define a sí misma como una luchadora nata y se siente muy agradecida.